El aceite es usado como una bendición en la Biblia: “te concederá numerosos hijos, cosechas abundantes: trigo, vino y Aceite... (Deum, 7,13) Es ungüento que perfuma el cuerpo: “con aceite exquisito se perfuma... (Amos 6,6) El aceite de las lámparas es fuente de luz...” (Éxodo 27,20 y Mateo 25,3-6); el aceite es perfume que embelesa y es símbolo del amor...” (Cantar de los cantares 1,3) Jesús es el ungido por excelencia y el Hijo de Dios (Hebreos 1, 9).

¿Para que lo usamos?

Como el agua nos recuerda el bautismo, el aceite y perfume nos recuerdan la confirmación, hemos sido ungidos con el crisma del Espíritu Santo. Nos persignamos con agua para recordar el bautismo. Nos ungimos con aceite y perfume para “Ser fragancia (testimonio) de Cristo...” en el mundo.

¿Cómo lo usamos?

Ponemos una gota de aceite con bálsamo en las manos, refregamos las manos con el y sentimos la “fragancia...” que nos recuerda la presencia el Espíritu Santo en nosotros. Nunca ungimos a alguien con el. Le indicamos como nosotros los hacemos y la persona lo hace personalmente.

“Tu, Señor, nos das el aceite que da brillo a nuestro rostro” Salmo 104, 15

Y la unción con aceite agrada a Dios si se marcha con el por el camino de la justicia y el amor. “Y ¿Le gustaran al Señor... torrentes de aceite? Ya te he dicho hombre lo que es bueno y lo que el Señor te exige: Tan solo que practiques la justicia, que seas amigo de la bondad, y te portes humildemente con tu Dios...” (Miqueas 6,7-8)