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Los Libros Históricos: Esdras


Los libros de Esdras (=Esd) y Nehemías (=Neh) son la continuación de los dos libros de Crónicas. Pasando por alto los cincuenta años del destierro en Babilonia, estos escritos retoman la narración en el momento en que Ciro, rey de Persia, promulgó un decreto autorizando el retorno de los judíos a Jerusalén para reconstruir el templo que aún se encontraba en ruinas (538 a.C.). La información que suministran es de capital importancia para conocer la etapa de la restauración judía después del exilio en Babilonia. Más aún: dada la escasa documentación acerca de aquel periodo histórico, sin estos escritos se sabría muy poco sobre la época en que los repatriados restablecieron el culto (Esd 3.1-7), reconstruyeron el templo (Esd 3.8-13; 6.13-15), restauraron los muros de la ciudad (Neh 2.11–7.4) y se organizaron para formar una comunidad regida enteramente por la ley de Dios (Neh 8–10). Esdras y Nehemías no son los autores de todo el contenido de los libros que llevan sus nombres, sino sus principales protagonistas.

De la persona del autor no ha quedado constancia, pero algunos indicios sugieren que fue el mismo que compuso la vasta síntesis histórica de 1 y 2 Crónicas. En estos libros se manifiesta un gran interés por todo lo relacionado con el templo, el sacerdocio, el culto, los objetos sagrados y las ofrendas. Otro indicio significativo es la conclusión de 2 Crónicas, que coincide con el comienzo de Esdras. El autor muestra la continuidad histórica entre el Israel anterior al exilio y el posterior a él, y la repetición de las mismas frases al término de una etapa y al comienzo de la otra lo pone de relieve. Por lo tanto, la fecha de composición de Esdras y Nehemías debió ser la misma que la de Crónicas (entre fines del siglo IV y mediados del III a.C.).

El libro de Esdras consta de dos partes. Los caps. 1–6 ofrecen información muy valiosa sobre los dos primeros grupos de exiliados que volvieron a Jerusalén, uno bajo la dirección de Sesbasar y el otro al mando de Zorobabel. Esta sección explica las dificultades que afrontaron los israelitas al reconstruir el templo de Jerusalén, y culmina con el relato de la dedicación del santuario, en el 516 a.C.

Los caps. siguientes (7–10) se refieren a la reforma de Esdras. Este sacerdote de alto rango, descendiente de Aarón y de Sadoc, recibió un mandato especial del soberano persa para ir a Jerusalén y hacer que se cumpliera todo lo establecido por la ley de Dios.

En el cumplimiento de su misión, Esdras debió afrontar dos problemas principales: muchos israelitas se habían casado con mujeres paganas, y esto les impedía cumplir estrictamente la ley; además, los sacrificios, el culto y la pureza ritual dejaban mucho que desear. Esdras actuó con firmeza y llevó a cabo una severa reforma religiosa y moral, destinada a preservar la fe de Israel de toda posible contaminación.

El libro de Nehemías recoge las “memorias” de este alto funcionario de la corte de Artajerjes I, que obtuvo del rey la autorización para ir a restaurar la muralla de Jerusalén. En ese relato autobiográfico, Nehemías narra cómo aquel trabajo se llevó a cabo con gran rapidez, a pesar de la hostilidad de las poblaciones vecinas, y cómo se repobló la ciudad. También se refiere a su segunda misión en Jerusalén y a las medidas que se vio obligado a tomar para acabar con los abusos que allí se cometían.

En medio del libro de Nehmias (caps. 8–10), Esdras vuelve a ocupar el primer plano, con su solemne proclamación de la ley ante el pueblo reunido frente a la puerta del Agua.

Para componer estos escritos, el autor recurrió a distintas fuentes. Además de las ya mencionadas “memorias” de Nehemías, utilizó varios documentos, muchos de ellos contemporáneos de los hechos. Por eso cita documentos oficiales en hebreo y arameo, correspondencia diplomática, listas de repatriados y de la población de Jerusalén y, sobre todo, el informe en que Esdras dio cuenta de su misión. La diversidad de fuentes podría explicar por qué en el libro de Esdras se emplean dos lenguas diferentes, el arameo en , y el hebreo en el resto del libro.

La cronología de Esdras y Nehemías es una cuestión difícil. Nehemías llegó a Jerusalén en el año vigésimo de Artajerjes I, rey de Persia, es decir, en el 445 a.C. Pero no puede determinarse con la misma precisión la fecha en que Esdras dio cumplimiento a su misión. Algunos sitúan su llegada a Jerusalén en el séptimo año de Artajerjes I (458 a.C.); otros, en el séptimo año de Artajerjes II (398 a.C.); otros, finalmente, modificando el texto hebreo, piensan en el trigesimoséptimo año de Artajerjes I (428 a.C.). Todas estas propuestas tienen sus ventajas y sus inconvenientes, pero aún no se ha encontrado una solución definitiva.

Estos relatos destacan sobre todo las personalidades de Esdras y Nehemías, dos hombres muy diferentes entre sí, pero ambos animados por el mismo deseo de trabajar por la restauración espiritual y material de su pueblo. Esdras, sacerdote y escriba, lleno de celo por la Ley, llevó a cabo con todo rigor la reforma religiosa, sin aceptar ningún compromiso con las poblaciones paganas; Nehemías, laico de extraordinaria energía, se ocupó principalmente de la reconstrucción de la ciudad y de cuestiones administrativas, uniendo a su incansable actividad el ejemplo de su fe, de su oración y de su desinterés. La obra de uno y otro dejó una huella indeleble en la historia del judaísmo, y sigue siendo un modelo para quienes deban afrontar las consecuencias de una grave crisis y tratar de reconstruir lo que hubiere quedado en ruinas.