Bautismo Católico



El Bautismo de Infantes

El Bautismo de Infantes Como Doctrina Apostólica


Martín Lutero no entendió que este pasaje excluyera a los infantes en la iniciación bautismal. En sus obras escribe: “¿Quién ha de ser bautizado? Todas las naciones, eso es, seres humanos, jóvenes y viejos… los pequeñines deben ser bautizados cuando son presentados para el bautismo por aquellos que tienen autoridad sobre ellos porque ellos no están excluidos en la frase ‘todas las naciones’ y porque el santo bautismo es el único medio para que estos pequeños alcancen la regeneración y el nuevo nacimiento.” (“Luther’s Small Cathecism”, Concordia, 1965). Cuando los anabaptistas discordaron con esta apreciación de Lutero, él apeló al argumento de “totius orbis constans confessio” o sea la confesión [y práctica] de toda la Iglesia, que no es nada más que otra forma de referirse a la tradición cristiana. ¡En pocas palabras, la entera cristiandad no puede haber estado equivocada desde el primer día en un dogma tan fundamental!

Juan Calvino, el reformador suizo del siglo XVI también afirmó la necesidad del bautismo de infantes. En sus “Institutos de la Religión Cristiana” Calvino dedica el entero capítulo 16 al “paedobaptismo” y defiende la antigua tradición en una forma de lo más enérgica. Concluye esta defensa de veintitantas páginas diciendo lo siguiente: “Sin duda el designio de Satanás al asaltar el bautismo de infantes con todas sus fuerzas, es el ocultar el testamento de gracia divina y gradualmente hacer desaparecer lo que la mismísima promesa presenta delante de nuestros ojos… por lo tanto a menos que maliciosamente queramos oscurecer la bondad inmerecida de Dios, presentemos nuestros hijos delante de Aquel que les ha asignado un lugar entre sus amigos y familia como miembros de la Iglesia” (“Institutes of the Christian Faith”, Eerdmans, 1983).

En Hechos 2:37-41 se inicia la gran campaña de predicación mundial en obediencia a esa “gran comisión” recibida en los días previos a la Ascensión de Nuestro Señor. El Apóstol Pedro es quien predica que el bautismo es un prerrequisito para el perdón de pecados y es el momento en que se recibe el Espíritu Santo. Notemos los tres elementos de nuevo reunidos: Creencia, aguas y Espíritu. Esta es la conclusión y la realización de las sombras proféticas proyectadas por la creación del Génesis, el Diluvio y el Arca, Abraham, Moisés, el paso del Mar Rojo, Naamán, Ezequiel etc. y que se aclara ahora en contexto con la conversación de Jesús y Nicodemo.

Agua y Espíritu es el martilleo constante de la Escritura en lo que toca a este tema. ¿Concluiremos que la fe no es imprescindible porque no se menciona en estos contextos?

¡Por supuesto que no! Ya ves que Pedro no llama a la multitud a apoyarse en “sola fide” o fe solamente. Nada debe desbalancearse de tal manera. Si la fe no se menciona (aunque a todas luces está obviamente ahí) eso no significa que el bautismo no es importante o que la fe no es importante para el acto bautismal. El creer y el bautismo son indisolubles en ese sentido. Personas adultas que se bautizan lo hacen porque tienen fe en Jesucristo y en el acto sacramental del bautismo, en el caso de los infantes son los padres o los responsables quienes ejercen la fe en lugar del chiquillo quien no es segregado del pueblo de Dios porque aún no puede razonar lo suficiente como para creer en Dios y aceptarlo como salvador personal. Si las lilas del campo y los pajarillos tienen importancia para Dios, ¡Cuánto más lo tendrán los retoños de sus hijos creyentes y fieles! Concluyo de una vez diciendo que estas distorsiones al sacramento bautismal que hoy vemos realizadas en ciertas sectas son el resultado de las creencias anabaptistas del siglo XVI y que ni siquiera formaban parte de la teología de los primeros y principales reformadores de ese tiempo.

(Ver por favor Hechos 8:27 y 10:1, 44-48 prestar atención en el caso de Cornelio a la expresión “y toda su casa” lo que en la antigüedad incluía a los niños. Ver Hechos 11:14, 18:8 y 1 Cor 1:16)

La tradición judía determinaba que los prosélitos de las naciones circuncidaran a todo varón de la casa, incluidos los niños tal como se cita en las Escrituras en el caso de Abraham. El segundo pacto, el nuevo pacto, siendo mejor y superior al primero no puede excluir a los niños que estaban incluidos en el anterior.

El “Oxford Dictionary of the Christian Church” comenta al respecto: “En los tiempos del Nuevo Testamento se pueden apreciar signos positivos de bautismo de infantes en el hecho de que los hijos de padres cristianos son considerados ‘santos’ en oposición a ser ‘inmundos’; y también son exhortados a obedecer a sus padres ‘en el Señor’ (Col 3:20 y Efe 6:1). No hay ninguna sugestión o mandamiento de que los jóvenes busquen el bautismo al llegar a la edad de la razón” (Oxford University Press, 1989).

Seguramente te habrá venido a la mente el episodio de Mateo 19:14. No debiéramos bloquear el camino de los niños a Jesús, sino presentarlos delante del Maestro.