Padre Tomás Del Valle-Reyes

En Torno al cuatro de Julio



Padre Tomás Del Valle-Reyes

04 de Julio, 2013

(Fotos: Padre Tomas Del Valle-Reyes)
Dicen que los navegantes de los transbordadores espaciales, cuando contemplabanla Tierra desde el espacio, durante la primera semana observaban solo su propio país; durante la segunda semana, se identificaban con su continente, y que, a partir de la tercera semana, sentían que pertenecían a un único planeta.
Tal vez en ellos se dé en forma condensada el proceso de la Humanidad: desde el instinto tribal, cuyo sentimiento de pertenencia a un grupo suele ser excluyente de los demás, hacia una progresiva ampliación del horizonte de fraternidad mundial.
Me viene esta reflexión a cuento en estos días en que celebramos el doscientos treinta y siete aniversario de la Independencia de los Estados Unidos de América. Durante gran parte de su joven historia este país ha vivido un poco como los astronautas su primera semana. Han estado encerrados tan en sí mismos que apenas han notado que existían otros pueblos, otras naciones, otras realidades, otras culturas, otras creencias.

La historia reciente nos lleva a pensar que están concluyendo la segunda semana de su historia. El preocuparse de los demás miembros de continente, (para bien o para mal, eso es ya otra historia) con sus intervencionismos, sus políticas de “América para los americanos”, sus intervenciones militaros en Santo Domingo, Panamá, Puerto Rico, etc. podrían darnos esa impresión.
Quizás estemos siendo testigos del nacimiento de una conciencia universal, globalizada y globalizadora. Los valores sobre los que se construyó esta República deberían ayudar a cumplir esta misión. Pero, cuales fueron dichos valores? Volvamos la vista atrás por unos momentos.
La Republica que conocemos como los Estados Unidos de Norteamérica nace como una necesidad grande de espacios para la libertad. Libertad sobre todo para rezar, para expresar las creencias sin prohibiciones o mandatos de índole alguna. Aquel barco de peregrinos venía buscando un lugar nuevo, una promesa cumplida, un cielo nuevo y una tierra nueva. Y los encontraron. Y pusieron a Dios como base de sus vidas. Y el Decálogo como norma legal. Y la Biblia como libro de referencia. Y con estos elementos comenzaron una aventura, la construcción de un mundo nuevo.
Dios tuvo cabida en la Constitución, en las Cortes, en el Congreso, en los templos, hasta en los billetes de dólar. Desgraciadamente, no tuvo sitio en las Escuelas, donde no se puede rezar porque se viola el derecho del otro que cree distinto.
Ni en los actos públicos, como puede ser el simple juego de pelota de la Escuela, porque vulnera los derechos del otro que no cree como creo yo.
No digamos de los hospitales. Es probablemente donde menos sitio le hemos dejado a Dios. Podemos conocer ya el plano del genoma humano, pero legalmente podemos matar una vida en sus comienzos.
La obra de Dios, que es la vida, la utilizamos a nuestro arbitrio basado muchas veces en conveniencias ecónomos. Llegamos a esquizofrenias como protestar por abortos pero aplaudimos la pena de muerte. A los pocos años del nacimiento de esta República tuvo lugar en Francia su Revolución. En tal ocasión se derrumbaron muchos mitos y se levantaron otros. Uno de ellos fue la Diosa Libertad.
Tal diosa, cual nuevo becerro de oro, fue el detonante para muchas aberraciones y barbaridades hasta convertirse en libertinaje. En la nueva República formada originalmente por las Trece Colonias se necesitaba una Diosa. Libertad fue su nombre. Y se sustituyó el Dios de la Biblia, el de los Peregrinos, por la Diosa Libertad.
En nombre de la Libertad de Expresión, de Creencia, de disponer del propio cuerpo, de la propia mente, del propio actuar, infinidad de veces hemos atentado contra la auténtica Libertad. No hemos tenido inconveniente en mancharnos las manos y las conciencias de sangre, sangre de nuestros jóvenes, nuestro futuro, enviándolos a luchar lejos de la Patria en nombre de la Libertad, pero ¿Libertad de qué y para qué?
Pero una de las grandes cosas que tiene este país es su capacidad de análisis y examen de conciencia, Es capaz de analizar su pasado y reconocer sus errores para tratar de corregirlos. Ojalá pueda comenzar su tercera semana de Historia, aquella que le lleve a ampliar sus horizontes a niveles de fraternidad mundial basada en los valores de los Padres Fundadores, los valores de la libertad auténtica, el respeto a Dios, al ser humano como imagen divina, al medio ambiente como lugar de encuentro.



Viaje con El Padre Tomas del Valle
a China, Tierra Santa, Monte Sinaí y Jordania. Portugal, Fatima, Roma Asis y Praga en el 2013
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