Padre Tomás Del Valle-Reyes

La Pascua: Fiesta De Emigrantes




Padre Tomás Del Valle-Reyes

21 de Abril, 2006



Comparte esta Página con tus amistades

Hace unos días la comunidad judía repartida por todo el mundo celebraba su fiesta de Pascua, su Pesaj. Si esta fiesta siempre ha ocupado un lugar importante al menos en la sociedad occidental, este año nos invita a una reflexión especial.

Las fiestas de pascua nos remiten en el fondo a la rebelión y lucha por la libertad de un grupo de emigrantes en tierra extraña. Leamos si no con otros ojos y mentalidad la historia de Israel. Un clan familiar que, ante la situación desesperada que se vive en la región en que habitan, faltos de pastos para sus ganados y de granos para ellos debido a las periódicas sequías que azotan el área, deciden emigrar en busca de alimentos y mejor vida al Imperio de la zona. Llegan once hermanos, cabezas de clanes familiares, se encuentran con el otro hermano sin saberlo, el cual había logrado una posición holgada y de poder en el Imperio, y después de diversas intrigas y discusiones, deciden establecerse en el nuevo territorio. Doce familias que forman la primera generación de emigrantes en tierras imperiales egipcias.

Los años pasan, los hijos de esos emigrantes, nunca asimilados por la sociedad que los acogió, se sienten esclavos, explotados, diezmados por políticas natalistas crueles tendentes a eliminarlos. Todo es oposición, persecución, trabajos mal remunerados, explotación, rechazo, negación de derechos elementales. Ante tanto dolor surge un líder, un antiguo conductor de caravanas, hijo también de emigrantes, que se enfrenta a las autoridades de turno. El líder necesitó primero ganarse la confianza del pueblo emigrante en Egipto. Sus hermanos lo apoyan y ayudan en la tarea. Intenta un diálogo con las autoridades, el cual resulta infructuoso. Finalmente, después de una serie de desgracias y de problemas, pueden lograr su libertad y hacer un pacto con su Creador, el mismo pacto que ha regido a partir de ahí la vida de millones de personas. Desde entonces, todos los años los descendientes de esos emigrantes que lucharon por su libertad y por sus convicciones religiosas, se reúnen para compartir y actualizar el recuerdo de las amarguras y vicisitudes por alcanzar su libertad. Lo hacen en torno a una mesa, a una comida de un cordero casi recién nacido. Es el recuerdo de un Dios que los salvó y los guió a la libertad.

Las comparaciones cada cual es libre de hacerlas . Pero si hoy celebramos la victoria de un pueblo emigrante en su lucha por la libertad se debe a ciertos factores y elementos que dudo contemos con ellos. ¿Dónde está el conductor de caravanas que dirija a la comunidad emigrante en estos momentos de incertidumbres y luchas? Se ha dicho que el movimiento a favor de los emigrantes se puede comparar a la lucha por los derechos civiles de la comunidad afroamericana en los años sesenta. O las luchas por la sindicalización de los trabajadores agrícolas. Pero, ¿Dónde están los César Chávez, los Martin Luther King, las Rosa Park de nuestro tiempo que guíen y den confianza a la comunidad emigrante en sus alegrías y esperanzas, en sus penas y tristezas? Sin ellos seremos, en palabras de Muñoz Marín, un reguerete de gente. O, las que pronunció un rabino galileo antiguo refugiado político en Egipto, como ovejas sin pastor. Los hijos de emigrantes judíos celebran todos los años su liberación. ¿Cuándo lo haremos nosotros?