Cafarnaún (pictures: Fr. Tomas)
Alejado un poco del lago se encuentra la ciudad de
Nazareth, situada en el centro de Galilea, a 24 millas de Haifa y a 105 de Jerusalén
y a 15 millas del Mar de Galilea, en los tiempos de Jesús era una pequeña aldea.
Dependía en muchas cosas de la cercana Siforis, la ciudad romana que controlaba
el área. Según datos arqueológicos se funda el poblado en la época de dominación
griega en Galilea. Después de las dos revoluciones judías contra los romanos, un
nutrido grupo de judíos se trasladan a la Galilea y llegan a convertir a
Nazareth en una ciudad judía, siendo hogar para varios sacerdotes procedentes de
Jerusalén. En el relato de la peregrina Egeria en el siglo IV vemos que no
existe ninguna iglesia en la zona, aún cuando se habla de la cueva en la cual
María vivió y recibió el anuncio del ángel. Los cruzados conquistan Nazareth en
el siglo XI y la hacen ciudad cristiana y capital de la Galilea. Llegó a ser un
Arzobispado bajo el control de los caballeros cristianos. En 1263 los Mamelucos
toman y destruyen la ciudad, la cual quedará abandonada hasta que en el siglo
XVII se establecen los franciscanos, los cuales la atienden hasta el día de hoy
Nazareth es fundamental en la concepción y primeros años de
la vida de Jesús. Como nos narra Lucas en su evangelio, Maria era una muchacha
nazarena que recibe el saludo y el mensaje del ángel de que va a ser madre del
Altísimo. En Nazareth vive y trabaja José, el padre aparente de Jesús. Una
ciudad que no gozaba de muy buena reputación de acuerdo al testimonio de los
evangelios, y de la cual va a salir Jesús para dar comienzo a su misión de
anuncio de la Buena Nueva. ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazareth? Contesta
Bartolomé cuando es invitado a seguir a Jesús. La opinión más extendida entre
sus contemporáneos era que Jesús era nazareno, como nos lo indican Mateo y
Marco. El propio Pilato, en el
decreto de muerte contra Jesús lo declara el Nazareno, según aparece en el
testimonio de Juan.
Destacan actualmente dos lugares que nos recuerdan
perennemente la presencia de la Sagrada Familia en Nazareth. Uno de ellos es la
monumental basílica de la Anunciación, construida sobre las ruinas de la antigua
iglesia que recordaba el lugar de la aparición del ángel a María. Es una
construcción moderna, pero que quiere ser un vínculo de unión con el pasado. En
forma de gran faro quiere iluminar a toda la cristiandad. Es el templo católico
más grande de todo Medio Oriente. Consta de dos niveles y un acogedor claustro.
En el nivel inferior se recuerda el anuncio del ángel. Una pequeña gruta nos
ubica en el hogar de Maria donde recibe a Gabriel. En el templo superior,
adornado con mosaicos y paneles que recuerdan a María y han sido donados por
diversos países, se nos hace recordar cómo de aquí nació la Iglesia con el sí de
María a Dios. El claustro está adornado igualmente con mosaicos y pinturas que
recuerdan las diversas advocaciones marianas y han sido donadas por países
católicos que desean ver representada a su advocación
nacional en el templo de Maria por excelencia.
El segundo lugar en importancia no está lejos de la Basílica de la Anunciación. Se trata de la iglesia que alberga la llamada Casa Taller de San José. El testimonio más autorizado de que allí estaba la casa de la Sagrada Familia proviene del Abad Arnulfo en el año 670: “La ciudad de Nazareth … está situada en una montaña y posee aún grandes edificios de piedra; allí se encuentran también dos grandísimas iglesias: una en el centro de la ciudad, está construida sobre dos arcos en el lugar donde en otro tiempo se hallaba la casa en la que se crió el Señor nuestro Salvador” El templo actual fue construido en 1914 sobre los restos de una antigua iglesia levantada por los cruzados. Conserva una pequeña bodega y un aljibe para recoger el agua. Recuerda las casas comunes existentes en la zona en el primer siglo de la era actual. St. George-Monasterio-Jerico De Nazareth, una ciudad habitada actualmente por una floreciente comunidad cristiana de origen árabe y la Alta Nazareth por un considerable número de familias judías, nos dirigimos a la cercana Caná, distante tan solo 4 millas de Nazareth, nos recuerda el primer milagro de Jesús. Es mencionada la ciudad cuatro veces en el Nuevo Testamento, tres en referencia a las visitas que Jesús realiza a la aldea y que el evangelista Juan nos narra, y en otra ocasión se nos presenta a Natanael, uno de los discípulos de Jesús, quien habría nacido en el lugar. Ciertamente el hecho por el cual es recordado es la participación de Jesús en una boda en la cual realiza su primer milagro, el de convertir en vino seis tinajas de agua. Desde entonces se ha relacionado este lugar con el sacramento del matrimonio. Los franciscanos construyeron la iglesia actual en 1901 sobre los restos de casas del siglo I al IV y de un templo bizantino de los siglos V al VI. Cercano al templo se encuentra una iglesia ortodoxa que recuerda el mismo milagro y contiene una magnífica colección de iconos.
Siguiendo el antiguo camino de Galilea a Jerusalén nos dirigimos hacia la depresión del Mar Muerto, el lugar habitado más profundo del planeta. En nuestro caminar hacemos una parada en Qumram, el famoso lugar donde en 1947 un pastor en busca de una cabra perdida encuentra una serie de manuscritos que han de revolucionar el estudio de la Sagrada Escritura y el conocimiento de la vida en Israel en los dos primeros siglos de nuestra era.
Los edificios de la zona de Qumran estaban ocupados por los miembros de la comunidad de los esenios, quienes se establecieron probablemente bajo el reinado de Juan Arcano. La primera ocupación de este lugar data probablemente del reinado del rey Ozías, cuando fortificó los límites orientales de su reinado, y de quien se dice “ Construyó torres en el desierto” (2 Crónicas 26,10) Es probable que sea esta la llamada “Ciudad de la Sal” de que habla el libro de Josué 15,62 .Se sabe que eran personas en desacuerdo con la judaísmo oficial del templo al cual consideraban paganizado y alejado de la ley. En el desierto buscaban alejarse de la tendencia paganizante de Jerusalén y recuperar la fidelidad a la Alianza en la práctica escrupulosa de la Ley, en espera del Mesías y de la victoria contra los pecadores.
Su vida se ajustaba a unas reglas. El líder era el llamado Maestro de Justicia. Practicaban la pobreza personal, el compartir de bienes, el celibato. El tiempo lo distribuían ente el trabajo manual, el estudio y meditación de los libros sagrados y una complicada vida de oración en la cual entraban una serie de baños rituales. Vivian sometidos a una jerarquía: sacerdotes, ancianos, miembros y aspirantes. Para entrar a formar parte de la comunidad había que pasar una serie de pruebas y escrutinios los cuales había que pasar antes de ser considerados miembros de pleno derecho. Esperaban la venida de un doble Mesías: descendiente de David y de Aarón. Desaparecen en la primera revolución judía hacia los años 64-70, cuando son cercados por la X Legión Fretense, quienes ocupan el lugar. Ente el 132 y el 135 los judíos establecen un puesto miliar. Finalmente en la segunda revolución judía quedó medio destruido.
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