236-Papa Inocente X
Nació Roma, Italia. Su pontificado empezó el 4 de octubre de 1644 Fin del papado 7 de enero de 1655
Nacido Giovanni Battista Pamfili en el seno de una ilustre familia originaria de Gubbio (Umbría), estudió jurisprudencia en el Colegio Romano y tras graduarse fue nombrado, en 1604, abogado consistorial y auditor del Tribunal de la Rota
En 1621, el papa Gregorio XV lo nombra nuncio en Nápoles, cargo que ocupará hasta que en 1625 el entonces papa Urbano VIII lo envió a España y Francia acompañando, en calidad de datario, a Francesco Barberini quien, en su calidad de sobrino del papa, había sido nombrado nuncio.
En 1627 fue nombrado cardenal de San Eusebio y como tal participó en el Concilio de Trento.
Elección
A la muerte de Urbano VIII, el cónclave que habría de elegir a su sucesor se reunió el 9 de agosto de 1644 pero, tras más de un mes de deliberaciones, ningún candidato conseguía el número de votos necesarios para ser proclamado pontífice debido al enfrentamiento entre las facciones española, encabezada por el cardenal Gil Álvarez de Albornoz, y francesa, liderada por el cardenal Mazarino.
El 15 de septiembre, aprovechando la ausencia de Mazarino, se logró un acuerdo en la persona de Giovanni Bautista Pamfili quien a pesar de su afinidad con España, logró alcanzar el número de votos necesario para ser proclamado sucesor de Urbano VIII.
Relación con España y Portugal
Cuatro años antes de la elección de Inocencio X, en 1640, España, que seguía siendo una poderosa nación con enorme incidencia en Italia y, por ende, en los Estados Pontificios, había visto como Portugal había logrado su independencia y nombrado rey a Juan IV.
Su afinidad con España hizo que Inocencio X se negara a reconocer, como su predecesor Urbano VIII, la independencia del reino portugués y a Juan IV como legítimo soberano, negándole además el derecho a aprobar los obispos designados para Portugal, lo que provocó que al fallecer el pontífice sólo existiera un obispo en el reino luso.
La paz de Westfalia
Inocencio X denunció el tratado de paz de Westfalia que, firmado en 1648 sin su participación, ponía fin a la guerra de los Treinta Años y del que surgiría una nueva Europa. Para ello emitió la bula Zelo domus Dei en la que declaraba nulas todas aquellas cláusulas que a su juicio se oponían a los preceptos de la iglesia y socavaban la fe.
Sin embargo su oposición al tratado de paz no tuvo ninguna consecuencia ya que la opinión papal, en materias de ordenamiento internacional y de circunscripción territorial de las naciones, habían dejado de tener la influencia que gozaba en épocas anteriores.
Relación con Francia
Inmediatamente tras su coronación, Inocencio X emprendió acciones legales contra los Barberini, la familia de su predecesor en el pontificado, acusándolos de apropiación de los bienes de la Iglesia.
Esta actuación papal provocó que los cardenales Francesco y Antonio Barberini huyera a Francia donde encontraron un poderoso protector en el cardenal Mazarino. La huida de los Barberini facilitó al papa la incautación de sus bienes y propiedades y la publicación, el 19 de febrero de 1649, de una bula en la que establecía que los cardenales que abandonasen por más de seis meses los Estados Pontificios sin autorización papal, perderían sus beneficios eclesiásticos y el propio cardenalato.
Mazarino hizo intervenir en el caso al parlamento francés que declaró inválidas las disposiciones papales. Como el papa se mantuvo firme en sus pretensiones, el omnipotente prelado galo inició preparativos bélicos contra los Estados Pontificios. Bastó imaginar la presencia de un ejército extranjero a las puertas de Roma para que el asustado Inocencio cambiase de actitud y rehabilitase al poco tiempo a los Barberini.
Otras actuaciones
La más importante de sus decisiones doctrinales fue la condena del jansenismo mediante la publicación, el 31 de marzo de 1653, de la bula Cum occasione.
El 4 de mayo de 1649, mediante la bula Appropinquat dilectissima filii , proclamó el XIV Jubileo que provocó la llegada a Roma de unos 700.000 peregrinos y que supuso el embellecimiento de la ciudad con obras como el Éxtasis de Santa Teresa de Bernini o la estatua del propio papa, obra de Alesssandro Algardi.
Los últimos días de su vida se vieron ensombrecidos por los desmanes de sus dos favoritas, su sobrina, la princesa de Rossano, y su propia hermana, Olimpia Maldachini, con quien cometió incesto. También mantuvo guerras y masacres, y cuando murió nadie quiso pagar sus funerales, por lo que su cuerpo estuvo tres días tirado en el palacio.
Se conserva un famoso retrato de este papa debido al pincel de Velázquez. Cuentan que el papa exclamó al verlo terminado: Troppo vero! (¡Demasiado verdadero!), ya que le mostraba tal cual era, sin embellecimiento alguno. Dicho retrato fue calificado por el pintor inglés Reynolds como el mejor existente en Roma. Se conserva aún en manos de sus descendientes, los Doria, en el Palazzo Doria-Pamphili.
Unos días antes de morir, el 24 de diciembre de 1654, permitió la conversión de Cristina de Suecia al catolicismo.
Falleció el 7 de enero de 1655.
Las profecías de San Malaquías se refieren a este papa como Jucunditas crucis (La exaltación de la cruz), cita que al parecer hace referencia a que fue elegido papa al día siguiente de la Exaltación de la Santa Cruz.