Una Iglesia Papal y Sepulcral en la Colina del Infierno
Muerto San Francisco, su vicario fray Elías y las autoridades de Asís buscaban un lugar adecuado para
la sepultura definitiva:
Mientras tanto, el cardenal Hugolino, protector de la Orden franciscana durante
diez años e íntimo amigo del santo, elegido papa en marzo de 1227 con el nombre de Gregorio IX, ya pensaba
en su canonización.
En marzo del año siguiente fray Elías recibía, en nombre de la Iglesia, la donación de
un terreno situado en el extremo oriental de la ciudad, en la "Colina del Infierno", para la construcción de
una iglesia u oratorio o cualquier otra utilidad.
Poco después el papa llegaba a Asís y nombraba una comisión
de cardenales entre los más escépticos respecto a los estigmas, para iniciar el proceso de canonización de
San Francisco, la cual se celebró con toda solemnidad el 16 de julio de 1228, en la explanada delante de la
iglesia de San Jorge (actual Plaza de Santa Clara, donde el santo había sido sepultado provisionalmente
menos de dos años antes.
Al día siguiente el papa, acompañado de una multitud de personas de toda edad y condición, se trasladó
solemnemente hasta la Colina del Infierno, para colocar allí la primera piedra de una iglesia que él quería
"especial".
El lugar reunía excelentes condiciones por su cercanía a la ciudad, porque dominaba todo el valle
de Espoleto y porque en la vertiente norte había un bosque, que aún existe, ideal para que los frailes que
allí habitasen se encontraran como en un eremitorio.
El nombre, sin embargo, hacía honor a su utilización
hasta este momento, pues era el lugar de las ejecuciones públicas, donde ahorcaban y sepultaban a los
malhechores condenados a muerte.
Parece ser que el mismo Francisco, que quería asemejarse en todo a Cristo
pobre y crucificado, había expresado su deseo de ser enterrado en este "calvario" asisano.
Tras rebautizar el lugar como "Colina del Paraíso" el papa Gregorio IX nombró a fray Elías responsable
de la realización del proyecto de la iglesia y de un anejo palacio o residencia papal, en cuyo semisótano
vivirían los frailes, sin otra cosa que un dormitorio común, el refectorio y la cocina.
El llamado "convento de fray Elías", conservado casi intacto, aún hoy, después de casi ocho siglos, nos habla de la
humildad, pobreza y austeridad de los comienzos del franciscanismo.
El arquitecto de la Basílica fue, según se dice, "Jacopo tedesco", o sea un alemán, y no es de extrañar,
pues los italianos desconocían aún el nuevo estilo gótico que ya se estaba imponiendo en el resto de Europa
y que fue aplicado en la nueva iglesia.
El proyecto consistía en la iglesia principal (basílica superior) y
una cripta sepulcral para el santo, tan grande que nunca la llamaron cripta, sino "iglesia inferior".