? Descubriendo el Siglo XXI: Santos y Vírgenes - Mensajes de la Virgen de Altagracia a sus Hijos de Hoy




Mons. Juan Antonio Flores

Mensajes de la Virgen de Altagracia a sus Hijos de Hoy





Homilía de Mons. Juan Antonio Flores, (Arzobispo Emérito Arquidiocesis de Santiago de los Caballeros, República Dominicana) en la Catedral de San Patricio, Nueva York,en la fiesta de Nuestra Señora de La Altagracia, el 21 de Enero del 2007).

Según la tradición, Nuestra Señora de Altagracia, fue vista en sueños por una joven en Higuey, República Dominicana (así lo narra Mons. Juan Pepen en su libro "Dónde floreció el Naranjo").

Saludamos y agradecemos la presencia de Su Eminencia, el Cardenal Edward Egan, Arzobispo de Nueva York, de los demás Obispos, Sacerdotes y Diáconos, y de los organizadores de este evento; y de tantos fieles devotos, congregados aquí, que han venido arrastrados no por la violencia, sino movidos por el impulso del amor a Dios, fuente de todo bien, y a María de La Altagracia. Saludamos a nuestra Madre del cielo con el saludo del ángel San Gabriel y de Santa Isabel: "Alégrate, llena de gracia, El Señor está contigo..." Y, "bendita tú entre todas las mujeres." (Lc. 1,28 y 42)

Queridos hermanos: Hemos venido todos de diversos puntos de esta grande y extensa arquidiócesis de Nueva York, para proclamar las grandezas de Dios por la obra que ha realizado en La Virgen María, invocada con el título de Nuestra Señora de la Altagracia. Ella ha sido preparada por el Espíritu Santo para ser la Madre de Nuestro Salvador Jesucristo; y para dárnosla a nosotros como amorosa y solícita madre.

Como Jesucristo es el Hijo de Dios, hecho hombre, también con el Concilio de Efeso, la proclamamos: Madre de Dios. Es el misterio de la maternidad divina que se contempla en el cuadro de Nuestra Señora de La Altagracia.

Isabel la saluda como a la "Madre de mi Señor" (Lc.1,43) y tú, María, inspirada por el Espíritu Santo, dijiste que todas las generaciones te felicitarían de generación en generación. Por eso nosotros, los de esta generación, venimos a felicitarte.

MENSAJE DE NOSOTROS SUS HIJOS A LA VIREGN DE LA ALTAGRACIA:

Salve, Madre, "Estrella de la mañana"; salve Madre, "aurora de Salvación"; por que así como la estrella de la mañana con la aurora, precede la salida del sol, así, tú María, desde tu concepción Inmaculada, has precedido la venida del Salvador, Sol de justicia y de santidad.

Salve, Madre, "acueducto de las divinas gracias" y bendiciones que Dios nos envía a través de ti. Con el anuncio del ángel y "tu religioso consentimiento" a la Voluntad de Dios, tú has sido introducida definitivamente en el misterio de Cristo, y con tu generoso y decidido "Sí" a Dios Padre, has sido asociada al plan divino de nuestra salvación hasta la cruz.

Como nos lo enseña el Concilio, tú, María "eres Madre de Dios Hijo, y por tanto, la Hija predilecta del Padre y el Sagrario del Espíritu Santo".(L.G.53). Con ese don de gracia tan eximia, antecedes con mucho a todas las criaturas celestiales y terrenales" (cfr. Redemptoris Mater 7-13).

Dios te ha preparado para ofrecérnosla no sólo como intercesora, sino también como ejemplo de sumisión amorosa a la Voluntad soberana de Dios, sumisión humilde y amorosa que debemos vivirla y demostrarla en el cumplimiento de los diez mandamientos, y de las obligaciones de estado y de la vida cristiana. Así como a no ceder a la tentación y seducción, como nos enseña el Señor a pedirlo todos los días en el rezo del Padrenuestro.

Tú María colocada en el mismo centro de esa enemistad contra el mal y el maligno, Tú nos motivas para mantenernos en el combate cristiano.

Hoy día, en esta época de secularismo, de ateísmo práctico, mucha gente, aunque no niegue a Dios Padre, pero se vive de espaldas a Dios. Tú, María, en tu "itinerario de fe", felicitada "por que has creído" nos comunicas la gracia y la fuerza de Dios para enfrentar un mundo descreído. Y lo enfrentamos con la virtud teologal de la fe, nos mueves a creer firmemente que "si bien (ahora) no se puede ver a Dios, podemos, sin embargo, contemplarlo a través de sus obras y entender por ellas que El es eterno, poderoso, y que es Dios" (Rm.1,20).

Tú, María, en el Magnificat nos educas a referir todo a Dios, con gozo y humildad. Por eso al honrarte a Ti, Madre, glorificamos a tu Hijo, glorificamos a Dios Padre, movidos por el Espíritu Santo. (Lc. 1,46).

Salve, liberadora de oprimidos. Venimos aquí, todos tus hijos, a saludarte, a venerarte, a cantarte, a agradecer tus desvelos y tu amor de Madre para con nosotros. Venimos a presentarte todos nuestros problemas e inquietudes personales y de familia para que tú las lleves a las manos de tu Hijo, como hiciste en las bodas de Caná (cfr. Jn.2,1-12), tu Madre, humilde Virgen de Nazaret, una de nuestra raza, de nuestra familia, y a la vez "excelsa Hija de Sión".

MENSAJE DE LA VIRGEN DE ALTAGRACIA A NOSOTROS SUS HIJOS

Lo primero que quiere de nosotros es que acudamos a Ella como hijos humildes y devotos. Dios en su misericordia la utiliza a Ella para repartirnos sus gracias y dones.

El 27 de noviembre de 1830 se apareció la Virgen María a santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina; se le apareció en la forma en que se muestra en la imagen de La Milagrosa. De sus manos refulgentes salían rayos luminosos que bajaban a toda la tierra. Ella le dijo a la Hermana religiosa: "Estos rayos" luminosos son las gracias y bendiciones de Dios. A través de Mí El las derrama sobre aquellos que me invocan. ¡Me siento tan contenta de poder ayudar a los hijos que me imploran protección!. Pero ¡qué pena!; ¡hay tantos que no me invocan jamás!".

Ella nos pide consagrarnos todos y que consagremos nuestra familia a su Inmaculado Corazón, para defendernos y protegernos de los enemigos espirituales y corporales y para traernos a Jesús, su Hijo Salvador, a nuestro corazón, y al centro de nuestro hogar. Si así lo hacemos, veríamos cómo van saliendo los males y el pecado de nuestras familias consagradas a Ella, y a la vez, al entrar Jesucristo en nuestro corazón, entra el perdón, la gracia, la paz y el amor.

II DAR A DIOS EL PRIMER PUESTO EN NUESTRO CORAZÓN

Pero, la Virgen de La Altagracia nos envía otros mensajes: "Nos pide que cultivemos la fe en Dios todopoderoso, en Cristo nuestro Salvador, nacido de la Virgen María; y en el Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida; que amemos nuestra Iglesia Católica y nos instruyamos para comprender también el misterio de la Iglesia; sobre todo en aquellas verdades que fieramente impugnan los hermanos separados. Como dice el apóstol Pedro: "siempre dispuestos a dar razón de su fe a todo el que el que les pida una explicación". (1Pe. 3,15).

También la Virgen de Altagracia nos pide que alcemos la mirada, y miremos al más allá de esta tierra. Todo lo del mundo pasa. Es efímero. Debemos usar ordenadamente de los bienes de este mundo, pero sabiendo vivir preparados para el encuentro definitivo con Dios, y para la vida eterna, que nunca pasa.

El que sólo se detiene en contemplar lo material, las cosas de este mundo, ese tal acorta la vista y se puede asfixiar en la jaula de su "ego" o en el limitado horizonte de esta vida breve y pasajera. No se puede desalojar a Dios del corazón del ser humano, ni del hogar. Hay personas para quienes los únicos valores son lo material y los placeres del mundo, pero están equivocados. Parece que lo tienen todo y sin embargo, les falta todo.

Los placeres ilícitos del mundo, dejan el corazón insatisfecho, quebrado, inconforme, amargado.

Sólo el Señor llena nuestro corazón, y nos llena con la lectura de la Palabra de Dios y la oración personal y en familia. Porque Dios Creador ha depositado en cada ser humano "una chispa de su divinidad (G.E.3); "Una semilla de eternidad (G.E.18). Ha insuflado en cada uno de nosotros su soplo divino, un espíritu inmortal. Por eso el Señor nos enseña que "no sólo de pan (material) vive el hombre... necesita también de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt.4,4). Es decir, necesita el alimento del Espíritu, de lo contrario se vuelve anémico, moral y espiritualmente.

Ya decía el Papa Juan Pablo II, hablándonos de la necesidad de participar de la celebración del Día del Señor, el Domingo: "cuando el domingo pierde su sentido originario (Día del Señor) y se reduce a puro fin de semana, puede suceder que el hombre quede encerrado en un horizonte tan restringido, que no le permita ver el cielo. Entonces, aunque vestido de fiesta, pero en su interior es incapaz de hacer fiesta" (Dies Domini, 4).

Toda persona y toda familia debe tener frecuente lectura de la Palabra de Dios, y la oración también en familia. Se debe adquirir el conocimiento de los misterios principales de la vida cristiana con el estudio de la catequesis. Desde que el niño (a) empieza a hablar, hay que enseñarle a hablar con Dios, e instruirles poco a poco en los misterios de nuestra fe.

Se debe infundir en los niños, desde temprana edad una tierna devoción a Nuestra Madre del cielo, a la Virgen María. Dios nos la ha dado como estrella que nos guía y consuela en momentos de confusión o tribulación.

EDUCAR A LOS HIJOS EN LA VIRTUD

La Virgen María desde que se apareció a los tres niños pastorcitos, en Fátima, está repitiendo esos mensajes a los matrimonios y a las familias. El amor en la pareja, el matrimonio, es un regalo de Dios y una misión que cumplir. Ya desde la preadolescencia se debe educar a los hijos y a los jóvenes sobre el sublime proyecto de Dios con el sexo y el matrimonio. Todo es en orden a establecer, según el plan de Dios, un matrimonio unido y estable, una familia que debe ser una comunidad de vida y de amor, formadora de personas, abierta a la comunidad más ampliada de la Iglesia y del pueblo donde se vive.

Querer disfrutar del sexo sin estar legítimamente casados sería un disfrute egoísta y mezquino, decía Juan Pablo II. Pero para que los hijos y los jóvenes tomen conciencia de eso se les debe educar en este sentido y en una libertad responsable, en un amor maduro que sabe amar al otro consorte y a las demás personas aceptando a la vez los sacrificios, y a veces sabiendo renunciar al placer en aras de un amor de benevolencia, de persona a persona. Sólo ese amor maduro produce satisfacción en la vida, paz y amor en el corazón y en la familia.

Pero más que con palabras, los padres de familia deben educar a sus hijos con el ejemplo. Por eso el Papa Benedicto XVI, en el V Encuentro Mundial de las Familias, en Valencia, nos decía, que el amor y respeto mutuo entre los esposos, en los mismos padres de familia, se debe reflejar en los hijos, y que es la mejor escuela para ellos. Los padres de familia deben siempre tener presente que no es cuestión de dar a los hijos solo cosas materiales, sino de darles virtud.

Querer satisfacer todos los caprichos a los hijos es un falso amor. Eso no les educa, no les hace bien, sobre todo, para el futuro de ellos. Claro que ese "no" y por qué "no" ahora se les debe explicar a esos hijos también con amor, haciéndoles ver que es para el bien de ellos, para ayudarles a educarse en el autodominio, sin lo cual el ser humano se vuelve un arbitrario, un egoísta, un indisciplinado, lo cual le hará sufrir mucho en la vida y causará mucho sufrimiento a las personas con quienes convive.

Muchos padres de familia se desviven por dar a sus hijos una buena educación técnica o profesional y una mejor posición económica, pero no les educan como personas, con derechos y deberes, ni sobre lo que es un matrimonio unido y estable. Tampoco les preparan para saber elegir con libertad responsable su futuro esposo (a) para toda la vida, para encontrar en el matrimonio la única felicidad posible. Con la ayuda de una buena elección pueden encontrar en el matrimonio esa única felicidad posible; y poder llevar las obligaciones de su estado. Llevar las obligaciones de su vocación o estado de vida con paciencia sosegada, y saber compartir el amor y la alegría, con un amor maduro, "paciente, tolerante, perdonador", (1 Co. 13, 4-7). Es decir, que acepta el sacrificio que exige un amor verdadero y auténtico, no egoísta.

La Virgen de Altagracia también envía su mensaje a las parejas de cristianos católicos unidas en forma natural o civil, pero que no han recibido el sacramento del matrimonio; no se han casado ante el Señor. Que piensen en prepararse, y ver cómo se vencen las dificultades. El sacramento del matrimonio les trae nuevas bendiciones de Dios, y les da la fuerza sacramental para sobrellevar las obligaciones propias de los casados, y educar cristianamente a sus hijos.

MENSAJE SOBRE EL REZO DEL ROSARIO BÍBLICO

En todas las apariciones de la Virgen María, muchas de ellas reconocidas por la Iglesia, Ella nos insiste en el rezo del rosario bíblico. Paulo VI nos decía que el rosario mantiene siempre un frescor bíblico y es "compendio del evangelio" al estar girando alrededor de los misterios de la vida de Cristo y de nuestra salvación. Partiendo del gozoso saludo del ángel y del religioso consentimiento de la Virgen.

Uno de los graves problemas del mundo de hoy es la falta de reflexión. Una persona que no reflexiona, que no medita ni piensa en las consecuencias de sus actos es capaz de cometer cualquier delito y por supuesto, es incapaz de obtener la sabiduría. Juan Pablo II, antes de dejarnos, nos legó ese gran documento Rosarium Virginis Mariae, en el que nos repite que el rezo piadoso del rosario nos lleva a la meditación, a la reflexión personal y en familia. Con la Virgen María vamos contemplando a Cristo. La Virgen María es modelo de contemplación. Ella vive mirando a Cristo; y guardando "estas cosas" (los recuerdos de María) en su corazón". (Lc.2,19; 2,51).

En el rezo del rosario repetimos el "Padrenuestro", la oración por excelencia que nos enseñó el Señor, y la doxología a la Santísima Trinidad. Por eso el Papa nos repite que "El rosario bendito de María, es una cadena dulce que nos une con Dios". En los misterios de gozo ( infancia de Jesús) aprendemos la humildad y sencillez de corazón, tan agradables a Dios; en los luminosos, nos iluminamos con las enseñanzas y vida de Cristo; en los de dolor, aprendemos a soportar, unidos a Cristo, la cruz de nuestros deberes cristianos y de estado; en los de gloria, aprendemos a utilizar las cosas materiales con moderación, pues nuestra verdadera esperanza la ponemos en la gloria eterna, en la futura patria "aspirando a una patria mejor" Hb.11,16).

En fin, muchas familias son infelices por el desamor, la división, la tensión entre los esposos, y entre los padres y los hijos. En estos casos los psicólogos y los expertos en esta materia pueden hacer poco, pues todo es cuestión de reconciliación de los corazones, de conversión, de amor, para que les vuelva la paz. Y esa verdadera reconciliación y conversión de los corazones, ese amor, esa paz solo nos las da Jesucristo, el Príncipe de la paz.

III MENSAJE A LOS NIÑOS Y JÓVENES

La Virgen María ama con mucha ternura a los niños y jóvenes. Son predilectos de Jesucristo (cfr. Mt. 19, 13-14; Lc.18,15). Sus mentes están claras para recibir la verdad. Sus corazones están limpios y más capacitados para aceptar la excelencia de la virtud, las grandes obras y hazañas nobles de esta vida. Jesucristo y la Virgen María los aman de manera especial, con predilección, y quieren infundir en sus mentes y corazones la semilla de la verdad y del bien. Los quieren preservar de un mal ejemplo de sus padres, una influencia funesta, un ambiente malsano en el hogar o fuera del hogar, que puede dejar en ellos huellas indelebles y malignas. Dice la Palabra de Dios que "las malas compañías corrompen las buenas costumbres" (1 Co. 15,33). La Virgen de Altagracia pide a los padres de familia que sepan controlar las escenas que se presentan en televisión y en los medios de comunicación. Muchas de esas escenas, sobre todo de violencia y pornográficas, hacen tanto daño a los niños y jóvenes. Así mismo se debe tener modestia al vestir. La Palabra de Dios condena a las mujeres vestidas para provocar (cfr.Is.3,16-24); (2 Pe.2,12-22). Y se advierte a las personas bautizadas: "¿es que no saben bien que su cuerpo es santuario del Espíritu Santo que está en ustedes?" (1 Co.6,19-20).

Afortunado el niño, el joven que encuentra en sus padres y en sus maestros un orientador un segundo ángel custodio!.

La Virgen de la Altagracia pide a los jóvenes que sepan ser felices, manteniendo en alto la dignidad, la virtud. ¡Jóvenes, no se dejen arrastrar, ni manipular por el ambiente de la vida fácil y de placeres falsos y fugaces que llevan al vicio, a la lujuria!. Eso les priva de la lozanía, generosidad y alegría propias de los jóvenes puros, limpios de cuerpo y alma.

El pecado, el vicio es el peor tirano del joven. Le envejece el espíritu, le enerva la voluntad y le incapacita para las grandes hazañas nobles de la vida. La Palabra de Dios declara que el Señor: "castiga a los que como animales irracionales, andan tras las apetencias de la carne (la lujuria), buscan la felicidad por el placer de un día y seducen a las almas débiles, despreciando la soberanía de Dios" (2 Pedro 2,9-14). El pecado, el vicio seducen y producen placer carnal y fugaz pero no producen verdadera felicidad, dejan el corazón insatisfecho, como decíamos antes.

En cambio, el cumplimiento de la ley santa de Dios y la virtud dejan verdadero amor y paz en el corazón, única felicidad posible en este mundo de prueba. El joven puede mantenerse puro en el mundo de hoy corrompido y corruptor. Pero para eso debe tener en cuenta las advertencias del Señor a) evitar ese ambiente seductor, 2) Hacer oración todos los días, siendo devoto de la Virgen María, Madre de la pureza 3) Las familias y las Parroquias deben ofrecer a los niños y jóvenes otras alternativas de sana diversión, e infundirles el espíritu de servicio. En todas las épocas han sido los jóvenes los llamados a renovar moralmente la sociedad y a reforzar la Iglesia.

Algunos afirman que guardar la castidad, es un tabú, y que afecta a la psicología de la persona. Esa afirmación es completamente falsa. Un famoso psiquiatra de la universidad complutense de Madrid, Juan Antonio Vallejo - Nágera dice que la educación en la castidad es sanísima, y ayuda a superar los problemas de la edad, y que la presunta libertad sexual que se permite ahora, esa sí llena de pacientes el consultorio del psiquiatra. El Señor Jesús nos dice: "bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Jn.5,8) "La castidad es la energía espiritual que libera el amor del egoísmo y de la agresividad". Eviten, jóvenes, esas experiencias sexuales prematrimoniales. Dice una sentencia que "el verdadero amor sabe esperar". Sigan el ejemplo del joven Tobías y su esposa Sara que ofrecieron a Dios las primicias de su amor. Y Dios les bendijo y premió con un matrimonio estable y unido para siempre en el amor. (cfr Tob.8,18).

Les exhorto, como hacen muchos jóvenes cristianos, a que hagan la promesa de castidad o virginidad hasta el matrimonio; y a orar para conseguir una buena pareja. Si lo hacen así, ustedes serán felices ya en esta vida, pues lo que produce la autentica felicidad, el amor maduro no es el desenfreno en los placeres, sino una vida llevada con responsabilidad, una misión cumplida en la fe y en el amor. ¡Animo, jóvenes, Cristo nos dice que "ha vencido al mundo!" (1 Jn.5,4). Jesucristo es "Camino, Luz y Vida" para el joven de hoy" (Jn. 14,6).

Terminemos glorificando a Dios con la Virgen María. Salve Madre, Tú la que, en frase del Concilio, "ocupas el puesto más próximo a Dios y a nosotros"; y "cuidas con amor maternal a los hermanos de tu Hijo, es decir, a nosotros. Gracias, Jesús, por habernos dado por Madre a tu propia Madre. Gracias, María, por habernos aceptado como hijos tuyos. Tráenos el perdón, la gracia, las bendiciones, el amor de Dios a cada uno de nosotros, a nuestras familias, a nuestros pueblos, a esta arquidiócesis de Nueva York, a su Arzobispo y demás pastores, sacerdotes, diáconos y fieles que nos acogen y comparten sus bienes con nosotros.

Repetimos, Madre, la exclamación de San Ambrosio: "Viva en cada uno de nosotros el espíritu de María para ensalzar al Señor; reine en cada uno el alma de María para glorificar a Dios". Así sea.