DESDE LA OTRA PARTE DEL MUNDO
Padre Tomás Del Valle-Reyes
Desde Rio de Janeiro, 22 de Julio, 2013
Ya llegó Francisco a Río de Janeiro, la mítica ciudad donde se conjuntan ritos y retos para
la Iglesia y la sociedad brasileña.
El recibimiento fue sencillo. Llegada al aeropuerto militar de la ciudad para evitar trastornos y molestias a la
ciudadanía. El saludo protocolario y sencillo. Y luego, a recorrer Río. Y lo hizo como si estuviera acostumbrado
a pasearse por la ciudad una y mil veces. Nada de papamóviles ni de automóviles de lujo y blindajes.
Hasta un atasco de tráfico tuvo que sufrir. Y, por si faltara poco, una manifestación durante la recepción que
las autoridades le daban. Todo muy vivo, muy improvisado, muy chapucero.
Pero el Papa Francisco sano y salvo. Contento. Descansando todo el día de hoy para prepararse ante los grandes
retos que tiene los próximos días.
En toda la ciudad se respira alegría, ilusión, vida. Se han dejado de lado un poco las preocupaciones que se
retomarán el lunes, cuando pase la resaca de la visita. Y si Río siempre ha traído el recuerdo de carnavales,
música, ruido, sudor, alegría y acogida, ahora no es menos.
Es difícil calcular cuánta gente ha llegado ya a Rio. Todos son acogidos por los cariocas. Dejan de lado
las manifestaciones-se hacen al atardecer para no interrumpir- y sacan su mejor sonrisa.
En uno de los parques centrales, donde se dan encuentro los visitantes y se muestran diversos kioscos con
reclamos religiosos y vocacionales, me he encontrado con peregrinos jóvenes de diversas partes del mundo.
Desde Filipinas a Puerto. De España a Paraguay. De California a Argentina.
De Polonia a Eslovenia. Los dos grupos que más me han llamado la atención son los provenientes de
Iraq y Líbano.
Conversé con uno de los iraquíes, quien me dijo que, a pesar del sufrimiento y el martirio, no podían menos
de estar aquí, donde se está haciendo vida el evangelio. 17 horas de viaje para llegar desde Bagdad
a Río, pasando por Turquía. Pero compartir con Francisco y con el futuro de la Iglesia merecía la pena.
Algo parecido nos dijeron dos habitantes del Líbano, uno de Beirut y otro de Biblos. Ellos, a pesar de sus
sufrimientos, no dejan de soñar con un mundo, con una Iglesia nueva, sencilla, pacífica y pacificadora.
Una Iglesia que Francisco ha venido a animar y alentar. Es como un nuevo flautista de Hamelin, hace que todos
los que lo oyen o ven, le sigan.
Mañana será otro día. Pero después de ver la cantidad de gente llegada de todos los rincones del mundo, después
de escuchar rock y rosarios recitados desde el mismo lugar, la playa de los carnavales, dudo que sea igual.
Nuevas ilusiones, nuevas esperanzas, nuevos retos. Así lo vi en el rostro y los ojos del amigo iraquí y del
joven libanés, llegados desde la otra parte del mundo. Veremos y tomemos nota.
Viaje con El Padre Tomas del Valle
a China, Tierra Santa, Monte Sinaí y Jordania. Portugal, Fatima, Roma Asis y Praga en el 2013
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