CUANDO SALI DE CUBA
Padre Tomás Del Valle-Reyes
04 de Abril, 2012
.......Dejé enterrado un chispito de mi corazón. Han pasado ya unos días desde mi regreso de
la Isla a la que fui como peregrino. Poco a poco me voy
desintoxicando.
A lo largo de mi vida profesional he asistido a diversos viajes y actividades papales.
Siempre lo hice en calidad de periodista. Jerusalén, Damasco,
La Habana, Centro América, Haití, España, el mismo Nueva York y, sobre todo,
la gran experiencia de la muerte y entierro de Juan Pablo II, Cónclave, Toma de posesión de
Benedicto XVI, Consistorios.
Han sido experiencias que me han marcado y hecho testigo de la Historia de la Iglesia reciente.
Los corre corres de los Centros de Prensa extranjera, muchas veces improvisados, mal conectados,
con personajes más preocupados por su peinado, su look ante la cámara y sus notas rápida y
malamente preparadas por sus ayudantes listos para salir al aire, habiéndose aprendido cuatro
datos, tres citas y alguna anécdota que no venía al caso.
No hablaban del Papa o sus discursos, sino de las bofetadas que le
dieron a un manifestante, del color de la camiseta del camillero o del cura pederasta o lo viejas y sucias
que están las paredes de las casas.
Hablar con el público común y corriente, leerse los discursos, hacer unas síntesis creíbles no forma
parte de su trabajo. A duras penas aparecían en los lugares de transmisión.
Se les encontraba en las barras, restaurantes o
mercados. Se denominaban enviados especiales.
Cierto es que me he encontrado tanto en este viaje como en otros, con
auténticos maestros, hombres y mujeres que realizaban sus trabajos como excelentes profesionales.
Se habían empapado de la historia del país, de los escritos del Papa, del pensamiento de la
Iglesia en ciertos temas, habían tenido acceso a los documentos bajo embargo antes de ser publicados y
casi se los aprendían de memoria.
Eran- y siguen siendo- genuinos testigos de la verdad que la dan a conocer a la comunidad. Son pocos, pero
los hay.
En este viaje quise abstenerme de ese correr, de ese stress, de ese miedo de que la transmisión no salga a
tiempo, el satélite no está disponible, no llegue la crónica, de grabar un falso directo, de ver que el
internet se tranca y no sale lo rápido que uno quisiera, de notar que sobran o faltan palabras en las
columnas…
He preferido caminar libremente por las calles de La Habana. Rezar y celebrar la eucaristía en la
Catedral junto con un nutrido grupo de sacerdotes y feligreses habaneros. Participé en
la misa en la Plaza de la Revolución. Compré maní a una manisera morena y gooorda. Bebí mi mojito
en “La Bodeguita del medio” Hablé con taxistas. Reí con el dueño de unos perros
disfrazados.
Sentí el palpar de un pueblo que, a pesar de sus carencias, de sus penas, de su futuro incierto,
sin embargo no deja de mirar a los ojos con serenidad y alegría.
Entendí las palabras del Papa: Cuba,
en este momento especialmente importante de su historia, está mirando ya al mañana, y para ello
se esfuerza por renovar y ensanchar sus horizontes….Cuba y el mundo necesitan
cambios, pero éstos se darán sólo si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se
decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad.
Cuba está viviendo su sábado santo. El día que precede a la Pascua de Resurrección. Nota: si desea
leer íntegros los discursos del Papa en Cuba conéctese con
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