Padre Tomás Del Valle-Reyes

CONTINUANDO LA REVOLUCIÓN DEL TECLADO




Padre Tomás Del Valle-Reyes

25 de Febrero, 2011



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El refranero nos recuerda aquello de que la primavera la sangre altera.

Si echamos una mirada a la historia vemos que las grandes revoluciones y cambios sociales se han llevado a cabo entre primavera y otoño. Abril nos trajo la Revolución del 65 en Sto Domingo y la de los Claveles en Portugal. Mayo del 68 fue el gran tsunami que arrasó desde Francia a toda la sociedad europea. Más lejos quedan el levantamiento francés en julio de 1789 y la caída del mundo de los zares rusos en octubre de 1917. El frío no se ha llevado muy bien con las grandes revoluciones. Parece que el siglo XXI viene distinto. Marzo del 2003 nos trajo la segunda guerra del Golfo. El mes de febrero de 2011 nos ha traído la última revolución. La de los teclados. El escenario de esta nueva revolución lo ubicamos en el noroeste de África y ciertas zonas del Golfo Pérsico. El modelo similar al de revoluciones anteriores. Pueblo disconforme por la pobreza, la explotación de las riquezas naturales en beneficio de unos pocos, la corrupción rampante y casi total, un liderazgo mediocre, cruel, ladrón, corrupto, incompetente, ignorante. Unas corporaciones extrañas al país dispuestas a lo que sea con tal de obtener lo que desean. El primer presidente republicano de este país, el número 16 del total, afirmaba aquello de que se puede engañar a una persona todo el tiempo, a unos pocos un poco de tiempo, pero no a todos todo el tiempo. Y, ni más ni menos eso es lo que ha ocurrido tanto en Túnez como en Egipto y Libia. El pueblo se hartó de tanta explotación, poca vergüenza, robos y crímenes. Egipto siempre ha desempeñado un papel protagónico en la zona. Se dice que no puede haber guerra sin el consentimiento de Egipto ni paz sin la firma de Siria. Ha sido cuna de cultura y civilización. Sus modelos políticos influenciaron toda la zona. Y su presidente, heredero de una especie de dinastía militar se tuvo que ir expulsado por una comunidad harta de arbitrariedades, desprecios y pobreza. La población egipcia ha dado hasta el momento un ejemplo de civilidad y valentía. Sin prácticamente tirar un tiro le dijeron al viejo militar que se fuera. Ahora les toca construir su nueva sociedad con el apoyo de las fuerzas vivas del país. La religión tiene un papel protagónico grande. El Islam sunita, dialogante y respetuoso, junto con el cristianismo copto tienen el gran reto.

Y le tocó el turno a Libia. En septiembre de 1969 un grupo de jóvenes militares capitaneados por Muamar al Gadafi acabaron con la monarquía creada por ingleses franceses y compañías petroleras.

Era un país que, en menos de una década, había pasado de ser un desierto de nómadas y camellos a ser el país de mayor renta de África y el décimo productor de petróleo. Se le permitieron al líder Gadafi todas sus excentricidades, sus locuras y su inmiscuirse en la política mundial.

Dieron refugio a terroristas y planificaron masacres como la del avión de Pan Am. Nadie le cuestionó. El petróleo barato y abundante era más importante. ¿Seguirá Libia el ejemplo de Egipto?.

Demasiada sangre ha empapado su tierra. Es hora de que corruptos, mediocres y ladrones dejen a los libios construir su futuro en paz.

Tertuliasiglo21@aol.com