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VIDAS ROTAS
Padre Tomás Del Valle-Reyes
21 de Marzo, 2010
Pictures by Father Tomas
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A lo largo de la historia se han buscado
fórmulas
para un
"Mundo Feliz" Desde Agustín a la Utopía de
Tomás Moro o el paraíso del proletariado auspiciado
y profetizado por Carlos Marx y compañía, se han hecho grandes esfuerzos por lograr ese
sueño.
Por primera vez en la historia de la Humanidad tenemos una visión de conjunto, un modelo de vida globalizado y globalizante. Hemos dejado de ser naciones para convertirnos en aldea global. Se ha tocado un poco con los dedos ese mundo feliz.
Pero ese mundo feliz que hemos intentado construido proyecta muchas
sombras.
La edad de sobrevivencia ha crecido hasta los 78-80 años. Sin embargo, ciertos informes de la Organización Mundial de la Salud están empezando a sembrar dudas y encender alarmas.
Ese mundo feliz que hemos soñamos e intentado crear, presenta la depresión como la segunda causa de incapacidad, dando como resultado un promedio de 1 millón de suicidios anuales. Esto significa que en bastantes países es mayor el número de muertes causadas por la interrupción
voluntaria de la vida que por
accidentes de tráfico y muertes violentas.
La pregunta es obvia: por
qué estas muertes, estas vidas rotas. Psiquiatras,
sociólogos, políticos y líderes religiosos hacen sus análisis y proyecciones.
La sociedad actual es hija de la Ilustración y de la Revolución Francesa
. El mundo nacido de ambas se ha fundamentado en cuatro pilares: Subjetivismo, Relativismo,Individualismo y Materialismo
. Estos cuatro pilares son la base sobre la que se ha construido nuestra sociedad globalizada, y de las que de una forma u otra se nutren las corrientes políticas e ideológicas actuales. El pensador
y filósofo Gabriel Marcel presenta el Individualismo como lo contrario a la propia
idea de "persona", relegando al ser humano
a una entidad insolidaria y egocéntrica respecto a su cultura e historia. El Subjetivismo no sería
otra cosa que la opinión caprichosa de cada persona,
generada en base a las necesidades más primarias y elementales, siendo el Relativismo el que priva al ser
humano de la posibilidad de conocer la verdad, incluso de la idea de que pueda darse la existencia
de algo verdadero.
Concluye
afirmando que el Materialismo es la negación de
la existencia del espíritu y, por tanto, de una vida más allá de este mundo,
refiriendo todo a esta vida, en la cual lo importante y primordial es
el éxito, el dinero, el tener, el poder, el ser más importante que los demás.
Las consecuencias son demoledoras. La vida transcurre sin sentido. Se va pasando o matando el tiempo, algo que a la postre nadie soporta.
Ante este panorama no es de extrañar el aumento de las
depresiones y suicidios.
Este cáncer silencioso que va matando lo mejor de nuestra
sociedad no entra en los planes de política sanitaria de los gobiernos. Mientras
se emplean miles de millones en la prevención del terrorismo
(¿cuántas personas mueren al año víctimas del mismo?) en las campañas de seguridad en
las carreteras, en las vacunaciones contra la gripe porcina, en la educación
sexual, ¿cuánto dinero se invierte en educar
sobre los valores, la solidaridad, el respeto a la propia vida?.
El suicidio es el cáncer colectivo que carcome la sociedad globalizada y que nos negamos a aceptar y hablar de él.