LA GUERRA OCULTA
Padre Tomás Del Valle-Reyes
08 Junio, 2008
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Dedicada a Maritza Núñez, asesinada por su esposo, una joven madre de mi Parroquia, Old St. Patrick Cathedral, NYC.
En los últimos cincuenta y ocho años los Estados Unidos se ha visto envuelto en una serie de guerras que han producido varios cientos de miles de víctimas. Corea, Viet Nam, Kuwait, Irak, Afganistán son los nombres de estos campos de batalla. Pero existe otra guerra, silenciosa, que no queremos que aparezca en los periódicos. Que no se lleva a cabo ni en las montañas de Afganistán ni en los desiertos de Irak.
Es una a la que, día a día, asistimos y contemplamos desde el cómodo sillón de nuestra casa o desde la ventana de nuestro apartamento. Es una guerra que produce un promedio de cuatro millones de víctimas anuales tan solo en Estados Unidos. Una guerra en la cual cada 15 segundos la víctima es una mujer. Es la guerra de la Violencia Doméstica.
Mientras que en las guerras convencionales se utilizan una serie de reglas de juego, en esta todo vale. No importa sean niños, mujeres, ancianos, adultos. Todo vale. El ofensor no sabe respetar límites. La violencia doméstica ocurre cuando, conscientemente y a propósito, una persona le causa daños físicos o psicológicos a otra persona. Además de ser la causa principal de lesiones en las mujeres en los Estados Unidos, esta afecta también por sus efectos negativos a todos los miembros de la familia, especialmente los niños.
La violencia doméstica no está limitada a ningún grupo socioeconómico, étnico, religioso o racial. Cerca del 20 porciento de todas las mujeres en los Estados Unidos han estado relacionadas con parejas abusivas en algún momento de sus vidas. De hecho, la mujeres en este país están más predispuestas a ser asaltadas o lesionadas, violadas o asesinadas por un hombre en su relación que por cualquier otro tipo de asaltante. Casi un veinticinco por ciento de todas las visitas de mujeres a las salas de emergencia de los hospitales han sido motivadas por asaltos de violencia doméstica.
La palabra “Abuso" comprende abuso físico como es empujar, golpear, obligar a mantener relaciones sexuales no deseadas, impedir que la persona se aleje, hostigar creando distracciones en el puesto de trabajo, efectuar llamadas telefónicas de forma repetitiva y hostigando, perseguir a la persona, impedir que vea y comparta con los hijos, amenazar con violencia, forzar a los niño o a cualquier otra persona a observar el abuso, forzándoles a llevar a cabo cosas que la víctima no quiere hacer y negándole a una persona incapacitada el derecho al cuidado necesario.
En esta guerra todos tenemos las manos manchadas de sangre. Y las tenemos manchadas porque muchas veces vemos las cosas y no intervenimos. No nos damos cuenta que la víctima está indefensa. Y con el ¡Ay, bendito! O con el “ese no es mi problema” permitimos que día a día vaya aumentando el número de víctimas.
La persona afectada se siente sola, pensando y preguntándose qué ha hecho para que esto le ocurra a ella. No tiene fuerzas para pedir ayuda. Tiene miedo al ¿Qué dirán? Tiene miedo a la deportación, a la policía, a la familia, a todo el mundo. Es como un animalito asustado e indefenso que nadie quiere y todo el mundo patea y rechaza.
Hay un dicho en el Talmud Judío que dice: "Para comprender a tu amigo, métete en sus zapatillas y camina con él una milla". Metámonos en las zapatillas de las víctimas y caminemos con ellas