EL CRIMEN OCULTO
Padre Tomás Del Valle-Reyes
05 de Agosot, 2007
Caricatura fue hecha en Cuba 1998
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Vivir en Nueva York es estar dispuesto a escuchar las atrocidades y barbaridades más grandes y quedar indiferente. Es tal la acumulación de hechos, sensaciones, tragedias, ilusiones, vidas y muertes que suceden cada día que, para sobrevivir física y mentalmente no se puede hacer otra cosa que volverse cínico e indiferente.
Hace unos días los medios de comunicación nos trajeron la noticia de un crimen perpetrado en Queens. La narración sonaba trágica y morbosa en detalles. Un hombre maniatado, estrangulado y con los genitales salvajemente arrancados. Una de las cosas extrañas de este crimen fue que "alguien" llamó al servicio de emergencia de la policía avisando que cierta persona se estaba desangrando. Cuando las autoridades llegaron a la escena, se encontraron el macabro espectáculo de un sádico crimen.
Pronto se pudo dar con la persona presunta autora de dicho crimen. No era otra que una profesional, empleada de los servicios de seguridad en el aeropuerto Kennedy. Ha terminado recluida en un hospital psiquiátrico de la ciudad. Lo más trágico es lo que ha salido a luz pública. La víctima del macabro asesinato no fue otra cosa que un cruel e inescrupuloso violador de su pequeña hijastra, la cual lo asesinó como venganza por tantas vejaciones violaciones y humillaciones que a lo largo de la vida sufrió.
Todo este sórdido y cruel relato nos ha puesto de actualidad un crimen mucho más abundante en nuestra sociedad de lo que nos imaginamos, el incesto, algo de lo que pocos se atreven a hablar y muchos preferimos callar. A veces la víctima ha sido seducida y obligada a prostituirse por un padrastro que no conoce lo que es la palabra respeto. A veces es el propio padre quien sin escrúpulos viola a su propia hija. “Antes que te goce otro te tengo que gozar yo” afirman cínicamente orgullosos.
Y en este crimen todos somos cómplices. Es cómplice la madre o el padre que, a sabiendas de lo que está ocurriendo a su alrededor, prefieren callar por comodidad económica, por vergüenza, por complicidad siendo tan criminales como la persona que realiza las violaciones.
Es cómplice en ocasiones el líder religioso de la comunidad, quien aún sabiendo lo que está ocurriendo, prefiere callar por evitar el escándalo o evitar el perder jugosos donativos que el criminal da para la Iglesia o para la Comunidad.
Es cómplice la sociedad que crea modelos de relajación y relativismo donde todo está permitido. Hay que darle gusto a los sentidos sin freno alguno. Todo nos lleva a ello. No importa si es un niño, una niña, un ser nacido de nuestras entrañas. Yo gozo y lo demás no me importa. Es relativo eso de que sea criminal. La misma biblia nos pone ejemplo el ejemplo de Lot y hay que imitar la Biblia. Todo es relativo. Y todo está hecho para gozar.
Mientras tanto, nuestros niños sufren y son heridos con heridas que nunca se sanan.
Nuestros niños nos avisan con su comportamiento cuando algo anda mal. Cuando pierden la sonrisa, cuando sus ojos están tristes, cuando nos rehúyen, cuando quieren estar solos y lloran sin cesar. No dejemos que el crimen siga presente entre nosotros. ¿Acaso preferimos que sean esos niños-víctimas los que se tomen la venganza por sus manos? No los dejemos indefensos en manos de tanto criminal suelto.