Recordando Otro Promero De Mayo
Padre Tomás Del Valle-Reyes
5 Mayo, 2006
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El pasado primero de mayo la comunidad extranjera residente en los Estados Unidos se manifestó para exigir una serie de derechos, leyes y respetos. Este grupo humano, al cual se le conoce con diversos nombres, como emigrantes, indocumentados, ilegales, espaldas mojadas, marielitos, jornaleros, balseros, spicks, braceros, y muchos otros nombres más o menos despectivos, decidió hacerse presente. Decidió que ya estaban cansados de que se les utilizara, se les ignorara, se les criminalizara y se les explotara. Estaban cansados de ser víctimas de muchas acusaciones falsas Son trabajadores, no terroristas. Se hicieron sentir en todo el país, en especial en la Costa Este y en los estados sureños. Los reclamos fueron claros: queremos ser tratados con respeto, somos ciudadanos que trabajamos por la economía de este país y, sobre todo, por la economía de nuestros países de origen. Tan sólo la comunidad hispana mueve cerca de quinientos ochenta mil millones en la economía norteamericana. Formamos una inmensa red de trabajadores que vamos construyendo un futuro mejor para dos países, para el que nos acoge, y para el país donde nacimos y de donde salimos y al cual soñamos volver algún día. En ocasiones esa vuelta es en un cajón funerario o en una urna llena de cenizas. Tan solo a nuestra América Latina se envían cerca de treinta mil millones de dólares anualmente por parte de los residentes en este país. Mientras tanto, nos las apañamos para sobrevivir. Es parte de la realidad americana el ver taxistas hindúes, enfermeras filipinas, curas filipinos y nigerianos, niñeras centroamericanas, camareros mexicanos, chinos vendiendo imitaciones, africanos vendiendo carteras y relojes, orientales vendiendo baterías y baratijas en los trenes subterráneos al grito de “Wandala, Wandala,Wandala” (One dollar) ya que son las únicas palabras que han aprendido. Basta montar en el tren subterráneo a primeras horas de la mañana de un día cualquiera para ver entremezclados judíos hasídicos junto a hispanos de cualquiera de nuestros países, afroamericanos junto a rusos o polacos leyendo sus periódicos o hablando en sus extraños idiomas (en jeringonza, que se dice en Puerto Rico) Mujeres recatadamente vestidas con sus velos que denotan su origen musulmán, estudiantes adolescentes gritando y riendo en spanglish La vida cotidiana en Estados Unidos nos recuerda continuamente que formamos una sociedad plural, y que precisamente por esa pluralidad de vez en cuando surgen roces, incomprensiones y problemas.
Las marchas del 1 de mayo nos han planteado igualmente algunas preguntas que sería bueno tener respuestas lo antes posible. La primera de ellas es dónde estaban nuestros líderes, tanto los políticos como los religiosos, sociales y culturales. ¿Quién encabezaba esas manifestaciones? ¿Cómo cubrieron las diversas actividades del primero de mayo a favor de una igualdad y un respeto los medios de comunicación hispanos? ¿Qué va a pasar de ahora en adelante? ¿Todo va a ser como unos fuegos artificiales? Los habitantes de este país que hemos nacido en otros lugares, tengamos o no documentos que acrediten la legalidad de nuestra presencia en los Estados Unidos estamos empezando a despertarnos. Somos una gran cantidad de personas que buscamos y construimos la libertad, el bienestar y la paz. Desearíamos unos líderes sinceros que nos dirijan. Si se hacen presentes el camino será más fácil. Con ellos o sin ellos vamos a conseguir nuestras metas. Como lo hicieron los pueblanos un lejano 5 de Mayo.