Los Ayatolas Al Poder
Padre Tomás Del Valle-Reyes
20 de Agosto, 2006
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Hace 27 años, a mediados del mes de enero, un oscuro y serio clérigo iraní volvía a su país aclamado tumultuosamente. Finalizaba un exilio en París desde donde había teledirigido una revuelta que acabó con el gobierno corrupto y pro occidental del Sha de Persia. Occidente vio aquella revuelta como un movimiento más en el oscuro y desconocido mundo musulmán. Un clérigo shiita radical que tomaba el poder e instalaba la Ley Coránica en uno de los países más pro occidentales del desconocido mundo islámico. Las revueltas apenas molestaron a la sociedad americana. Aquel aparente grupo de fanáticos fue demoliendo todos los signos de la monarquía. No respetaron acuerdos ni sedes diplomáticas. La Embajada de los Estados Unidos fue ocupada por los famosos Guardias de la Revolución. Fue una larga agonía para la sociedad americana el ver a sus hombres secuestrados por unos fanáticos religiosos. Aquello se resolvió de formas no muy claras para la mayoría de la sociedad. Pero los Ayatolaes quedaron.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Después de aquello vino la guerra de Irán contra Irak, donde se cometieron todo tipo de masacres y violaciones a los más elementales derechos de la persona. No importaba. Nuestros muchachos no estaban allí. Tan solo nuestros traficantes de armas que hicieron buenos negocios. El Irán de los ayatolaes tratando de imponer su Ley Coránica al Irak sunní, gobernado por un dictador secular amigo y buen cliente de traficantes de armas . La guerra se saldó a favor de Irak. Y eso envalentonó a los gobernantes iraquíes que soñaron con invadir y extender su mentalidad por el área. Los resultados los conocemos: masacres en el Kurdistán, invasiones a Kuwait, la coalición para acabar con tal desmadre que llevó a la primera guerra del Golfo. El resto ya es historia conocida precisamente porque nuestros muchachos tuvieron que vivir la experiencia bélica del desierto. Era la primera aventura militar después de Viet Nam. Y el mundo siguió dando vueltas. Hasta que llegó el 11 de septiembre de 2001 y dio comienzo a la que algunos analistas dan en llamar la III Guerra Mundial, la Guerra contra el Terrorismo.
En todo esto dejamos de lado a los Ayatolaes, los cuales a pesar de la desaparición física de Jomeini, no se han quedado quietos y han seguido detentando el poder absoluto e imponiendo la Ley Islámica. Hubo un intento de acercamiento a occidente con el presidente Mohamad Khatami, pero no pudo con la influencia de Alí Khamenei, sucesor de Jomeini. La línea dura se ha impuesto. Y los sueños imperiales y dominadores del antiguo imperio persa se han reciclado con un tinte religioso fundamentalista. ¿Ejemplos? Apoyo al terrorismo internacional financiando a Hiztbulá, un movimiento libanés shiita, de apariencias benéficas y humanitarias, pero que no es otra cosa que su brazo armado terrorista que lucha contra Israel y contra todo que no sea imponer la Ley Islámica.. Apoyo a Hamas, movimiento palestino sunnita, igualmente de tinte benéfico que llega al poder a través de las urnas en la Autoridad Palestina, pero que no ha dejado de ser terrorista. Reírse de la opinión pública internacional con el tema del enriquecimiento de uranio. El deseo de los Ayatolaes no es otro que crear un modelo nuevo de civilización, la suya propia, la del fanatismo religioso. Lo demás, sobra.